miércoles, 20 de octubre de 2010

Bienvenido al mundo real vol.2

Después de tanto tiempo sin escribir nada hoy he decidido que ya os he castigado suficiente y ha llegado la hora de que os haga una visita.

Como mola visitar a tus parientes cuando estas en una película, ¿verdad? Mola mucho más que en la realidad donde va a parar. Tanto si te han invitado como si no, tú coges tu coche y te vas para allá sin dudarlo por que en cuanto llegues habrá un espacio maravilloso para aparcar justo delante del lugar al que vas. No existe la doble fila, no existen los parkings de pago, no hacen falta. Sólo falta un cartel luminoso que anuncie: "Mr. Marshall, este hueco es para usted. Disfrútelo".
Supongo que esto es porque ver al protagonista dar vueltas por el barrio durante media hora para aparcar no le mola al espectador. Por mucho que el barrio luzca bonito y limpio nadie quiere dar vueltas, y mucho menos pagar luego buenas cucas para dejarlo en un parking con olor a pis. Y mira que eso le daría un toque realista a la película que ayudaría al espectador a identificarse con ella. Pero claro, ver a Harrison Ford alterarse por no encontrar aparcamiento y ponerse al borde de un ataque de nervios debe ser una faceta de esas que hace que pierdas fans automáticamente. No interesa.

Quizás para resolver el tema del aparcamiento en nuestra ciudad simplemente haya que recurrir al cine y colocar un par de cámaras y un tío con una claqueta, de este modo si parece que estemos rodando una película puede que misteriosamente aparezcan de golpe multitud de huecos para aparcar justo delante del lugar al que vamos. Debe ser eso que se llama "la magia del cine". Seguro que en unos meses los ayuntamientos se preocuparían por capar las claquetas y por limitar el horario de las cámaras.

Los parientes a visitar en las películas además siempre tienen una casa limpia y ordenada que presentarte, con un delicioso olor a galletas que casualmente estaban horneando en ese mismo momento "por si las moscas". El perro familiar no se te engancha en una pierna a demostrarte su amor y sí, por supuesto que tienen una habitación de invitados por si quieres quedarte a pasar unos días o semanas. Allí el amor y la abundancia rezuman de las paredes y puede recogerse en cubetas de gran capacidad.

¿Donde están esos imprevistos que todos conocemos y que hacen las visitas (propias y ajenas) tan indeseables? ¿Esas sillas que faltan y hay que pedir al vecino? ¿Ese niño pequeño que no quiere comer pescado? Ese abuelo que da la mitad de su comida al perro o al gato al grito de "pobrecitooo...si le gusta". Donde esas copas y platos rotos, ese vino desparramado por el suelo, esa tierra de los zapatos en el sofá y esos comentarios de "pues en mi casa no necesitamos calefacción por que nos da el sol", "pues en mi casa no se oye ni una mosca", "pues en mi casa los vecinos son muy simpáticos"... ¡Ja! por ahí si que no paso...los vecinos son vecinos en todos los bloques y casas y en todos los países del mundo. Los vecinos te molestan con su tos seca y sus gritos desgarradores, con esos tacones que se ponen para caminar de madrugada por que deben tener una pasarela nocturna de moda, con esa puerta que nunca pueden cerrar de manera suave por que ha de ser grande como la de Mordor, con esa canica que cae y rebota mil y una veces y misteriosamente se vuelve a caer 10 minutos después, con las duchas a las 6 de la mañana y con los golpes de martillo de los sábados...Ese martillo que solo trabaja los fines de semana de 7 a 10 de la mañana y luego descansa el resto del día.

No saben en el cine lo que se pierden con vecinos reales, sobretodo el cine de terror.