martes, 24 de noviembre de 2009

Hechos casi universales sobre la ropa.

  • Para hacer footing lo mejor es una sudadera gris.
  • No importa cuantas veces lo hayas hecho, al menos una vez al año te pondrás un zapato en el pie equivocado.
  • Todos tenemos un pijama que no es propiamente un pijama.
  • En la mayoría de casas hay alguna prenda de ropa o toalla, o bien bordada o bien con nombre escrito en la etiqueta, el cual no es de ninguno de los miembros que viven en dicha casa.
  • Con las camisetas viejas se hacen trapos a pesar de tener cientos de ellos.
  • En los cajones de calcetines siempre hay calcetines que no se usan: desparejados, dados de si o incluso con algún agujero.
  • Cada año te compras una chaqueta pero cuando llega de nuevo el invierno necesitas una chaqueta.
  • Al vaciar el cesto de la ropa sucia puede aparecer algo que creía perdido u olvidabas que tenías.
  • Alguna vez se hereda algo de un hermano/primo mayor y cuando lo recibes dices: “pero que cosa tan horrible”.
  • En el armario siempre hay ropa que compraste y que nunca usas (incluso algunas llevan aún la etiqueta).
  • Si ves fotos de hace tiempo te preguntas: “¿llevaba esa ropa?”.
  • Tratando de arreglar o modificar alguna prenda de ropa acabas estropeándola.
  • Todos tenemos alguna prenda vieja y medio rota que no tiramos por que nos encanta como queda.
  • Las zapatillas suelen quedar mucho mejor estando sucias o gastadas.
  • Los pantalones con rotos acaban estando mucho más rotos al sacar el pie por donde no toca al ponerlos.
  • Alguna prenda se nos ha estropeado planchándola (o lavándola).
  • Alguna vez nos han manchado y nos han dicho: “tranquilo que esto se quita”. Luego no se ha ido.
  • De pequeños hemos tenido parches en las rodillas de los pantalones, de esos con dibujitos.
  • Cuando te regalaban unos calcetines pensabas “que rollo de regalo”, ahora piensas “no me vendrían mal”.
  • Alguna vez hemos tenido que pescar el cordón de un pantalón de chándal que se ha quedado metido dentro.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Las siete virtudes del samurai

El viejo samurai tocó de nuevo el suelo mojado con la desnuda planta de los pies. La hierba recibió su peso como un colchón suave y fresco, estaba empapado de sangre y agua pero la lluvia ya había cesado.
La lucha había sido larga y agotadora, su adversario yacía muerto con el cuerpo mutilado y su sangre era absorbida por la tierra. Lo primero que hizo el viejo samurai fue arrodillarse en el suelo y dedicarle una oración al cadáver, para que los espíritus de sus antepasados guiaran el alma al lugar de descanso y no se perdiera en el camino. Vagar por toda la eternidad es una condena tan solo reservada a las peores criaturas.

Rectitud Sé honesto en tus tratos con todos. Defiende la justicia, no existen media justicia ni algo de honradez, sólo existe lo correcto y lo que no lo es considéralo incorrecto.
Respeto No seas cruel, solo necesitas demostrar tu fuerza si dudas de ella. Se cortés incluso con tus enemigos. Un samurai recibe respeto no sólo por su valor en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.

Cuando recibió el encargo no preguntó el motivo ni el delito, simplemente confió y asumió el problema como suyo propio. Había preparado su cuerpo y su espíritu para esa vida.
Sin saber como de fuerte o de hábil sería su adversario preparó sus ropas y se arregló casi como si fuera a asistir a una fiesta; se recogió le pelo, lavó su cuerpo, incluso perfumó sus ropas. La diferencia venía en lo último que preparó: fue su espada, su compañera más querida y su tesoro más preciado. De acero gris y azul, envainada en su funda del color de la noche, acarició la empuñadura sabiendo que pronto cortaría el aire con ella, la colgó a su espalda queriendo encontrar algo más en ese aire, pues la vida de una espada samurai es arrebatársela a otros.

Coraje Nunca temas actuar pero hazlo con inteligencia, reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.
Lealtad Eres parte de un todo y debes actuar en consecuencia. Los actos de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya.
Sinceridad Toda promesa es un hecho y en ese sentido carece de sentido el solo enunciado es una actitud.

Caminó hacia la que podía ser su última batalla sin miedo a lo que encontraría, sintiendo cómo simplemente ocupaba su lugar en el mundo. Cuando se hace lo correcto ocurre lo que tiene que pasar y no puedes huir ni esconderte de ello.
Pero antes de encontrar su particular demonio este le encontró a él. Un cruce de miradas en mitad del poblado fue suficiente, como si ambos se conociesen des de hace ya largos años y esperasen ese momento.
Como en un baile silenciosos ambos se alejaron de las casas y las gentes, de los campos de cultivo y de las miradas, sin perderse el uno al otro. Comenzó a llover.

Benevolencia Tus actos deben ser en beneficio de todos, ten compasión por los demás y ayuda a sus compañeros en toda oportunidad.

En la pelea no hubo gritos ni quejidos, tan solo las espadas hablaron mientras la lluvia bañaba el paisaje y a ellos mismo. Las heridas se abrían en la carne, los miembros caían al suelo, la sangre salpicaba en derredor, pero ninguno de ellos gritaba; lo que tiene que ocurrir pasará.
La batalla llegaba a su fin, como si un contador silencioso e invisible avisara que había llegado el momento. El viejo samurai se percató de la falta al instante, sabía que no debía, pero el momento había llegado. Antes que pudiera darse cuenta su espada se abría camino entre las vértebras de la espalda de su adversario y este perdía la fuerza de su cuerpo y la vida. En el último suspiro agonizante se fue su espíritu elevándose entre las ya pocas gotas de agua caídas del cielo.
El viejo samurai había atacado por la espalda y había vencido.

Cuando su enemigo ya descansaba bajo tierra desenvainó su espada una última vez y sabiendo que su contador también llegaba al límite se traspasó de lado a lado arrodillado en el mismo lugar en que cometió su falta.

Honor Eres el juez de tu honor. Nadie puede ocultarse de sí mismo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Que difícil es poner un título vol. 7

Hoy pasamos de los títulos a los nombres, en concreto algunos nombres de futbolistas (puede que algunos os suenen).

Ni que decir tiene que si alguien quiere añadir alguno este será bien recibido:

Simone Vergassola (Siena)
Gay Assulin (F.C. Barcelona Atlètic)
Asier Riesgo (Real Sociedad)
Ciprian Andrei Marica (Sttutgart)
Dickson Choto (Legia Warszawa)
Matias Concha (Bochum)
Iñaki Descarga (Legia de Varsovia)
Marco Fummo (A.S.C Melfi)
Gianluca Porro (Cavese)
Mamona Lama (Atlètico Petróleos Luanda)
Elano (Galatasaray)
Pierre Webó (Mallorca)
Patxy Puñal (Osasuna)
Ray Putterill (Liverpool)
Kaká (Real Madrid)
André Luciano Pinga (Al-Whada)
Banel Nicolita (Steaua Bucarest)
Antonio Cabrini (Juventus)
Luboslav Penev (Lokomotiv Plovdiv)
Alexandre Pato (Milan)
Maicon (Inter de Milán)
Bocanegra (Stade Rennais F.C)
Steve Cherundolo (Hannover 96)
Mertesacker (Werder Bremen)
Karamoko Cissé (ASEC Mimosas)
Hervé Eputa
Poyatos
Secretario (Real Madrid)
Matuzalem (Lazio)
Toldo (Inter de Milán)
Buffon (Juventus)
Poyet