miércoles, 20 de enero de 2010

Cuanto tiempo sin tiempo...

Uno de los síntomas inequívocos de que os hacéis mayores es la adquisición de una capacidad como es la preocupación por el tiempo en términos meteorológicos.
Esta capacidad no viene con nosotros, de pequeños nos da igual el tiempo que haga por que los días nos molan igual. Si hace sol lucimos nuestra gorra, si hace frío nuestro abrigo, si llueve nuestras botas de agua y si nieva nos revolcamos en pelotas si es necesario. Todo sea por disfrutar de la madre naturaleza.

Sin embargo al crecer aparece en nuestras mentes una preocupación, antes inexistente, por el “qué tiempo hará el día X”.
Esta nueva preocupación o interés no viene provocado por un impulso interno de hermandad con nuestro planeta y las misteriosas fuerzas de la naturaleza que rigen los movimientos terrestres. Este cambio no es provocado por un reloj interno que nos marque que ha llegado el momento de sentirnos más en comunión con las estaciones a través del conocimiento del tiempo que hará mañana. Este repentino interés por el “qué pasará” (meteorológicamente hablando) en el lugar Y el día Z no está motivado por unas sabias y profundas ganas de entender mejor nuestra madre tierra. Todo esto viene por la falta de tiempo libre.
Al crecer experimentamos un incremento de las actividades estupido-obligadas que nos arrebatan nuestro tan preciado tiempo libre, ese tiempo que antes no vigilábamos por que teníamos todo el que queríamos y más. Inclusive nos sobraba el tiempo para no hacer nada.
Estas actividades estupido-obligadas (entre las que podemos destacar el trabajar) nos roban los días de asueto y acabamos por desear tener un día para nosotros. Pero cuando este llega nuestra mayor preocupación pasa a ser: “¿Qué tiempo hará?”, o para expresarlo de otra manera “¿Me joderá el mal tiempo de nuevo mi único día de fiesta?”.

Por ello al crecer nos pasamos los días intentando averiguar que tiempo hará en los siguientes para podernos programar y aprovechar lo poco que nos queda para nosotros. La rutina se convierte en costumbre y al final te descubres a ti mismo mirando el tiempo sin saber por qué lo haces.

Creo que estamos engañados, no crecemos, envejecemos y morimos, lo que ocurre es que crecemos, nos roban el tiempo y ello nos lleva a la muerte.

2 comentarios:

noe sido yo dijo...

ke gran verda...

mongelin dijo...

Amén.