lunes, 27 de abril de 2009

Diario de destrucción vol.4

Y del cielo vinieron cabalgando cuatro jinetes en cuatro caballos voladores y bajo las capuchas de sus túnicas podía verse los motivos por los que llegaba la hora final.

En el caballo rojo venía la guerra, la guerra que comenzó cuando Corea del Norte comenzó a procesar de nuevo combustible nuclear. La guerra se desató y pronto lo ocupó todo y alcanzó a todos, y no fuimos lo suficientemente sensatos para detenerla. Portaba una gran espada y todos sintieron miedo al verlo volar sobre sus cabezas. Así comenzó nuestra destrucción.

En el caballo negro venía la crisis y la hambruna, una crisis que pensamos que terminaría pero que lo único que hizo fue terminar con nosotros y con la comida. Los ricos pasaron a ser pobres y los pobres dejaron de vivir. Llevaba una balanza y esta se decantaba hacia el lado del castigo y la gente sintió arrepentimiento cuando pasó sobre ellos. Así continuó nuestra destrucción.

En el tercer caballo, de color amarillo, venía la enfermedad y traía cara de cerdo. Una epidemia nueva apareció por causas desconocidas y nos fue enviada para saldar nuestras deudas por nuestros errores y faltas. Nuestra destrucción estaba cerca.

El último caballo era blanco y era el caballo de la muerte. Bajo su capucha negra una calavera de cuencas bacías miraba, uno a uno, a todos aquellos a los que aplicaba el castigo. Con su arco sellaba el destino y de este modo se culminaba nuestra destrucción.

Nota: Los colores de los caballos del Apocalipsis, así como lo que representan y llevan, se encuentra en: Apocalipsis 6:1-8.