jueves, 4 de septiembre de 2008

El caso del misterioso ruidito nocturno

Andaba yo soñando algo relacionado con Carmen Sevilla y unos dientes de conejo bestiales (verídico y triste a la vez), cuando un repiqueteo me sacó de improviso de mi sueño (supongo que esto lo he de agradecer). El ruido en sí era como si alguien en mi casa estuviera comiendo pipas a las tantas de la madrugada, con lo que pensé "nadie está comiendo pipas, duérmete". El ruido no cesaba y no conseguía conciliar de nuevo el sueño, el incesante clic-clic sonaba como si alguien se estuviera cortando las uñas con un cortaúñas, con lo que pensé "nadie se está cortando las uñas, duérmete".

Al rato aquello no paraba de sonar, así que me armé de valor y me levanté para aclarar el misterio. Lentamente me planté en mitad del recibidor con los oídos bien abiertos para ver de donde provenía el molesto ruido. Las pistas me condujeron al balcón de mi casa y allí estaba yo, sin sombrero de gangster de los 60, sin una pistola en mi pantalón de pijama, pero con mucho valor para descubrir el enigma nocturno.

Resultó que una esquina del toldo se había soltado, y con el aire golpeaba la mampara del balcón. Hice un apaño y con la sensación del deber cumplido y una satisfacción personal inmensa me encaminé de nuevo a mi cama sintiéndome como el gran Sherlock Holmes.

Me acosté de nuevo para disfrutar de las horas de sueño que me quedaban por delante sabiendo que había devuelto la paz a casa, a pesar de que al parecer yo era el único que había escuchado aquel molesto ruidillo.

(BASADO EN HECHOS REALES)

No hay comentarios: