viernes, 4 de julio de 2008

Encuentros en la tercera fase




-Aún tiemblo como la gelatina al recordar aquel viaje. Cuando me quedo a oscuras me vienen a la mente recuerdos y flashes sin que yo los llame, como un invitado pesado que no sabes como echar de casa cuando son las tantas y te mueres de sueño. Solo que este me mata de miedo.
Volvía caminando por el arcén de una carretera, el autobús no pasó, luego me enteré que había tenido un accidente al pinchar dos ruedas con el palo de un chupa chups (de vainilla y chocolate). Empezó a llover a mares y a pesar de ello había un enorme silencio, como si alguien hubiera apretado el mute del mando a distancia. Un fogonazo de luz verde me iluminó desde el cielo y cuando miré con la cara empapada vi una Renault scénic flotando sobre mi. Sin previo aviso un rayo de luz blanca me enfocó directamente y me despegué del suelo como absorbido por un enorme vacío. Cuando me quise dar cuenta estaba sentado en el asiento trasero del vehículo mientras dos extraños seres me miraban desde los asientos delanteros. Los extraterrestres eran parecidos al hombrecillo del Messenger, solo que tenían piernas. Sus ojos recordaban a los de una cabra, con pupilas rectangulares dispuestas de manera horizontal, y desprendía un olor a galleta recién orneada (lo que me abrió el apetito). El conductor me inmovilizó con los cinturones de seguridad mientras el copiloto sacaba extraños artefactos de la guantera, supe en ese mismo momento que querrían experimentar conmigo. Creo que de los nervios me desmayé.
Cuando me desperté estaba tumbado boca arriba sobre la madriguera de un conejo que me golpeaba nervioso en los riñones para poder salir. Examiné mi cuerpo en busca de sondas, cables, chips de seguimiento, parásitos galácticos, extremidades de insecto, tentáculos, y ese tipo de cosas que se supone te hacen los marcianos, pero todas las pruebas dieron negativo. Por el contrario me habían hecho la pedicura y manicura, me habían cortado el pelo y perfilado las cejas, mi piel estaba más tersa y brillante de lo que lo había estado nunca, también me habían recortado la perilla y olía a cocos del caribe.

-Solo unos días después recibí en casa una factura a ingresar en un banco de suiza.
Alcachofa: ¿Entonces los marcianos son suizos?
-Si no lo son los conocen
Alcachofa: ¿Y se dedican a tratamientos de belleza?
-De algo hay que vivir en este universo…
Alcachofa: ¿Crees que Roger Federer es uno de ellos?
-Posiblemente.
Alcachofa: …
Alcachofa: ¿Tienes una tarjeta?
-Claro, son buenísimos, aquí tienes.
Alcachofa: Está un poco gastada y borrosa.
-Si…es que los médicos tuvieron que sacármela del cerebro, pero les costó un poco a causa del exoesqueleto de titanio que me colocaron por todo el cuerpo.
Alcachofa: ¿Me dejas el teléfono?

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