miércoles, 9 de julio de 2008

Viaje astral


Hoy al levantarme de la cama, mientras me lavaba los dientes me dije: escribiré un poco sobre los viajes astrales. Esto lo he pensado mientras me preguntaba a donde iría a parar esa pequeña parte de mí que va en la saliva y que se escapa por el desagüe de mi lavabo dejando atrás mi cuerpo. Y es que un viaje astral es cuando, siendo consciente de ello, viajas proyectado en forma de energía y dejas tu cuerpo atrás. Se supone que de ti emerge una especie de casper con tu cara y tu forma, con lo que si viajas astralmente para dejar tu horrendo cuerpo atrás y así poder ligar usando tu personalidad no te sirve de nada.
Los viajes astrales son difíciles de manejar, por eso la mayoría de gente utiliza el transporte público, pero son muy útiles. Si tú llegas al trabajo y de pronto te preguntas: ¿he sacado la pechuga del congelador?, pues nada, entras en tu estado de suprema concentración y viajas hasta casa para resolver la duda. Lo malo es que solo eres energía y si descubres que la pechuga sigue en la nevera no podrás abrir la puerta para sacarla. Y es que los viajes astrales también tienen sus inconvenientes.
Por ejemplo, imagínate que sales de tu cuerpo para viajar astralmente al vestuario femenino del gimnasio, por que como dominar esa técnica espiritual te ha costado tanto decides emplearla en cosas provechosas como espiar a las chicas mientras se cambian de ropa y se duchan. Como eres energía, si te descubren, las ostias no te van a doler (aunque más vale que lleves una máscara astral para ocultar tu cara, sino después te caerán como panes). El problema está al volver a tu cuerpo, si te confundes de salida en la autovía astral y te metes en otro cuerpo distinto. Si entras en un buen cuerpo el daño no es tan malo, pero si entras en uno malo… ¿y si entras en un gato? ¿O en un lacasito?
Además cuando viajas astralmente tu cuerpo se queda en un estado que conocemos como de “empanamiento”. Restas embobado con los ojos abiertos, la babilla colgando y la mirada a la nada. Por estos síntomas es mejor no decidir viajar de este modo cuando estés, por ejemplo, en una reunión con tu jefe, en el día de tu boda o cruzando un paso a nivel.Otro de los peligros de los viajes astrales es quedarse colgado, es decir, perder la cobertura y no poder regresar a tu cuerpo con lo que te quedas siendo simple electroplasma para los restos mientras tu cuerpo se queda para un museo de cera. Para que esto no ocurra existe el cinturón de plata, un supuesto hilo plateado que une nuestra proyección con el cuerpo para que podamos regresar. Hay que tener en cuenta que el cinturón de plata no es un seguro definitivo para regresar, por que en el mundo de la energía también existen energías cabronas de esas que, tijera en mano, te cortan el hilillo para dejarte colgado como un murciélago (astral).

1 comentario:

Anónimo dijo...

No estaría mal del todo ser un lacasito (aunque mi vida sería corta). Podría dejar de pensar, cuando ya estoy a punto de cojer el metro, ¿Habré apagado el Aire Acondicionado?
Ese viaje astral será fetén, no perdería el tiempo regresando a casa y dándome cuenta que sí, he apagado el aire acondicionado y sí, voy a llegar tarde al curro.